El Ucero esta dentro del selecto grupo de los ríos míticos, donde sus truchas tienen merecida fama en cuanto a porte y capacidad de lucha.
Aun recuerdo la primera vez que pesque este río y puedo afirmar, sin exagerar un ápice, que ese día saque mas centimetros de trucha que todo lo que había sacado hasta entonces en esa temporada, fue un día glorioso, espectacular y no porque sacara una cantidad exorbitada de truchas, debo decir que ese día ensalabre solo 4 truchas eso si la menor de ellas midió 43 centímetros y la mas grande 68.
Como podréis comprender cada vez que me acerco a este río las expectativas que manejo siempre son muy altas y generalmente no me suele defraudar, aunque en menor cuantía que la vez que os he relatado anteriormente, siempre es un río que me ha dado muy buenas jornadas.
Una vez que nos tomamos el café matutino en San Agustin de Guadalix con Mario y Paco, enfilamos la carretera para llegar a Burgos de Osma donde nos esperaban Javier y Luis, dos grandes mosqueros de Soria, para desde allí irnos juntos hasta el coto.
Mientras iban cayendo los quilómetros la conversación no dejaba de ir recurrentemente al día anterior donde unas tormentas habían descargado por la zona del Ucero lo que, como podréis colegir, no presagiaba nada bueno, no obstante, Paco, en un alarde de optimismo, nos decía: "tranquilos que seguro que esas tormentas no han afectado al río".
Desgraciadamente lo que todos nos temíamos se cumplió y el Ucero nos esperaba con sus aguas bastante tomadas, varios juramentos en arameo después y un sin fin de elucubraciones si existía la posibilidad que el río volviera a tener las aguas claras, nos lanzamos todos al río en busca de sus pintonas.
Durante esa jornada volaron efímeras oliva, grandes ecdionuridos (los famosos tirurirus) algún tricóptero y hasta algún pérlido de los grandes. Pues bien, a pesar de toda esa exuberancia entomológica, las señoras truchas del Ucero no tuvieron a bien el ponerse a cebar ante tamaño festín y todas las truchas sacadas fueron a ninfa (en una de las fotos podéis ver el porte de una de ellas que fue sacada por Mario).
Por mi parte me lleve un sonoro bolo, de hecho el único de los cinco en no tocar escama en todo el día, mi primer bolo en este magnifico río, que espero y deseo sea el único.
Lo mejor del día fue, sin duda el conocer a dos magníficos mosqueros y personas como son Javier y Luis, y compartir, una vez mas, un extraordinario día de pesca con mis compañeros de fatigas Mario y Paco.