Si tuviera que definir mi estado mental cuando pesco, ese seria el termino mas descriptivo. Cuando estoy en el ambiente, me transformo. Tal vez... ya no se trate de pescar un pez. Sino, de conectarme con él de otra forma, tratando de captar su ser. Llegar a su escencia. Y así, creer que escapo de esta leve y decadente humanidad en la que estamos inmersos.
Por eso... cada vez que llego a un páramo, ya no hay ansiedad sino... el sensorial camino hacia esa conexión. Mis latidos comienzan a calmar lentamente, mi lengua se aquieta y mi mente se colma de sensaciones del entorno. Recién ahí... soy un pescador con mosca.
Mundanamente entramos sobre la cintura marcada de tierra clara y serpenteante, al bosque de cipreses. Avanzada la mañana de Diciembre, el sol jugaba con destellos, entre los claroscuros del denso bosque. Haciéndose inconmensurablemente verde por partes y en otras... drásticos de rocas desnudas hasta el abismo. Donde casi podíamos ver la figura del Mapuche Filohuhum. Quien es piedra antes de doblegarse.
Una serie de contrastes bien marcados entre los verdes, el cielo y éste, reflejado en el río, que a estas alturas se formaba en riffles de escasa profundidad y boulders salpicados en exacta coreografía. Conformando pozones cortos y profundos.
Vadeándolo y transitando por momentos por los mágicos senderos del bosque, me halle inmerso de historias de duendes, mapuches y truchas. El paisaje se tornaba inconfundible y de profunda identidad.
Los tres... inundados de tanta Patagonia, de tanta magia y eclosiones de Efímeras Meridialaris. Hadas típicas al inicio de temporada. Rodeándonos del mantra del río que bajaba.
Ya conectados con el entorno, adormecidos de paisaje...comenzábamos a media mañana, a buscar a sus marrones. Al ingresar a algunos bajos, era imposible no advertir la cantidad de Pancoras huyendo por el arenal. La grava parecía viva.
Una Bichón Fly en alambre #10 profundizaba en el 4x de Marcelo. Marrones tomaban su mosca... en decenas. Atacaban y se escapaban.Con lanzamientos río a través y en deriva accidental... cangrejitos de plumas, marabú y chenyl, dramatizando haberse desprendidos de las piedras navegaban río abajo. Varias serian cobradas por esa mosca.
Observándolo... amplío mi campo visual, al plano general de la composición. Centenares de Caddis en pleno vuelo manchaban el verde oscuro del fondo. Afino mi vista y detecto la delicada eclosión sobre la tensión del agua. Me animo a definir mi tippet en un 5x, al cual ataría una prominente seca. Sabia por ende, que elegiría un patrón de Elk Ear Caddis beige claro y en un tamaño no mayor a # 14. Pero, tal vez... llamándome con un poder extra sensorial, ahí estaba. Sola y aparte de todas. Como reservada. Se venían a mi mente para entonces, una serie de recuerdos gratos. De innumerables capturas y festejos. Era esa Turck´s Tarántula, la que rindió frutos en el Malleo, en el Nat and Fall, Teka y una quintina de ambientes mas. Bella y provocadora, la única sobreviviente de la serie que tal vez hoy... volveré atar. Evocando a la original fórmula de Guy Turcks
Lanzo y presento cercano. Cae como terrestre desprendida de una rama cercana. Por el propio peso del material para nada innota. Suaves ondas sobre la tensión del agua. Ahí la veo... flotando bajo la sombra. Instantáneamente una bocanada blanca, la toma. Mis brazos se alzan para la clavada. Y la tensada, logra clavar a la primer marroncita. Inquieta, y vivaz, la tomo en mi mano. Puedo sentir su fuerza animal. Su descontento. Sus deseos de vivir me apresuran a despedirme de ella y la devuelvo al vientre acuoso del río. Huye y se esconde.
Continuo subiendo el río, contemplando cada paso. Cada cuadro que me presenta mientras avanzo es de fábulas. Me encuentro con un perfecto boulder. Lo estudio y rodeo para ubicarme. Mientras paso a paso compruebo si hay actividad en superficie de alguna trucha. Agazapado las veo. Nadando y comiendo lentamente entre la secundaria. En ese instante, pretendo hacerme invisible. Me paro firme... tomando mi vara y desprendiendo la mosca del grip. Dejándola caer, navega hacia abajo unos instantes y la catapulto en roll cast. Las ínfulas de mi Tarántula la dejan justo detrás de la gran piedra rectora del boulder.
Fue ahí, donde la marrón engulle a mi artificio, se profundiza hacia la derecha y se clava. Una serie de corridas catalizadas por la corriente se continuaban a enormes saltos. Minutos mas tarde, la tendría en mis manos. Una bella trucha de unos 500 gramos, pintada con lunares marrones de halos blancos perfectamente definidos. La observe durante varios segundos. El adiós, el hasta siempre se hizo pacto en ese momento.
Con numerosas truchas pinchadas... me encontré cansado. Me acerque al colchón de pinocha seca y piñas del bosque que se hallaba junto al río y descanse.
Entre en un sueño casi profundo. Embriagado de sol y perfume de cipreses, me halle pescando mil truchas, imaginando mas río y el eterno bosque arrullándome. Parte de mi alma... quedo ahí por siempre. END