Hola a todos. Esta es una de las tantas historias de rio que nos suceden, y nuevamente la estoy compartiendo con ustedes.
Todos tienen sueños o cosas que siempre han querido hacer. Uno de los míos era poder guiar a una persona de bajos recursos que se dedicara a pescar con tarrito para alimentar a su familia.
Eran los fines de este pasado Marzo cuando estaba guiando por los pagos de Futa Cura, sobre el rio Alumine. Mi cliente se llama Jean Piere Trouve, es francés, y pesca con nuestra familia hace 17 anos. Cuando estábamos poniendo el bote en el agua, se acerca un poblador rural, de la comunidad mapuche. Su nombre es Juan Roberto Candido, y lo habíamos visto varias veces pescando en las orillas del rio con su tarrito. Charlamos alguna que otra vez, sobre el clima, el rio y esas cosas, pero más que nada siempre le regalábamos alguna mosca o anzuelos para que pescara, Futa Cura es un lugar muy alejado de Junín de los Andes, tanto en distancia, como en la calidad del camino, y estas familias rara vez ven gente, bajan al pueblo una vez por mes con suerte, y un simple anzuelito, en esos pagos tiene un valor muy grande.
Por esas cosas de la vida y de alineación planetaria, fue que con Jean Piere lo invitamos a venir a pescar con nosotros. El cordialmente acepto, la alegría y la expectativa era muy grande para los tres.
Y así como así, le prepare los equipos a mis dos clientes, a unos le afine el tippet, le quite unos nudos de viento y le puse un minnow. Al otro, bue al otro primero le saque la cuchara gigante que tenia puesta, y le ate sobre su tanza la mosca más pesada que encontré en mis cajas, pero como el peso no era suficiente le anexamos unos plomitos, para que facilitara su lanzamiento. (siempre uso unos balines 5,5 mm como plomo, les hago un agujero en la punta y por ahí paso la tanza. funcionan muy bien, ya que no dañan la línea, son hidro dinámicos y sobretodo porque son muy económicos.)
Comenzamos a flotar y a pescar. Y para mi sorpresa y satisfacción Juan era un experto tirador con tarrito, ponía la mosca rápido en el lugar justo, parecía que esa latita era parte de su cuerpo, la manejaba con gran destreza y soltura. Ni un solo enganche, ni un nudo, nada...Tiraba bien para la derecha, y para la izquierda del bote hacia un movimiento raro que le permitía generar gran distancia sin engancharme el lomo a mí. Imagínense que el flaco estaba haciendo girar a altísimas velocidades una mosca pesada mas tres plomos a 30 cm de mi espalda. Pero salió todo de maravillas.
Y como siempre mis "clientes" se pusieron a charlar de las cosas de la vida, yo hacía de traductor - interprete. Que flash intercultural. Personas tan distintas y distantes. Uno de Paris y el otro de una comunidad Mapuche que vive en el medio de la nada. La pesca hace esas cosas, genera una pasión, una amistad que borra todas esas diferencias, y aunque sea por unos momentos todos somos iguales. Porque ante tanta disparidad había algo que nos unía a todos y nos hacia los mejores amigos.
Y en el fondo la pesca es eso, porque a las truchas no les importa un carajo si uno pesca con una cana de U$850 o con una latita de arvejas de $15. Lo importante, lo importante es otra cosa.......
Todos estábamos muy concentrados y disfrutando del día. Fue muy cómico y sorprendente ver como Juan estaba súper compenetrado con la pesca. Cada pique y perdida venia con una mezcla de puteada, mitad mapuche y mitad español campero. AHIIIII LA TENGO, AHI LA TENGO!!!!! TIRA JUERTE LA DESGRACIAAA, NO LE GUA A AFLOJAR NI MIERDA, aflójale Juan que se te va a ir.......
UHHHHHHH COMO TIRA ESTA YEGUA, UH UHUHUH SE ME JUE PARECE..............QUE CAGAA SE ME JUE NOMAS, ERA GRANDE PARECE. CHUCHA LA HUEVAA, SE JUE.... ...... No te preocupes Juan que más abajo agarramos otra....
Nuestra alegría era tan grande, de poder tener la compañía de tal personaje, en nuestro bote, pescando y disfrutando. Creo que ese día todos aprendimos de todos. Y para mí fue un placer personal, que estaba buscando hacia muchos anos y no se daba.
Y así fue pasando el día, tras charlas, piques, truchas, paisaje inmejorable, y sobre todo muy buena compañía. A eso de las tres de la tarde Juan me dice que ya había tenido suficiente, lo arrime a la orilla. Se despidió agradecido, y se volvió caminando despacito los 5 kilómetros que lo separaban de su casa por una senda a la orilla del Alumine. Nosotros casi melancólicos, seguimos nuestro camino por el rio, con la esperanza y la invitación de volvernos a encontrar algún día y poder volver a pescar juntos.
Para mi salir de pesca, es eso, es la excusa necesaria para poder compartir nuestra pasión con gente única y lugares increíbles, el resto pasa a segundo plano.......
Gracias por su tiempo
Gabriel Fontanazza