El pasado mes de junio, tras varios meses de espera y un sin fin de horas atando moscas, me desplacé a Cuba, con mi buen amigo Txema, con el propósito de comenzar mi casillero particular con los permit y también, si era posible, con los tarpones. El destino era Cayo Paredón.
Se eligieron cuatro días en base a la luna, mareas, disponibilidad de un buen guía - el pasado septiembre estuve en el mismo lugar, pero el guía, entre otras circunstancias, no acompañó para lograr los objetivos -, pero como no se pueden controlar todas las variables, el primer día y con la ilusión de un chiquillo antes de los regalos de navidad, nada más llegar al embarcadero, los guías nos comentaron que había estado lloviendo mucho y que unas altas presiones y fuertes vientos se habían estacionado sobre la isla, por lo que el pescado no estaba en las lagunas, por lo que la pesca iba a ser muy complicada. El resultado, como no podía ser de otra manera, fueron 0 permit de dos avistados y 0 tarpones con un sólo avistamiento, al cual no tuvimos opción de presentar nuestra mosca.
por suerte habíamos dejado dos días libres, y llegando a la conclusión de que no era cuestión de insistir en el mismo cayo, que recorrimos en casi toda su extensión, y sin posibilidad real de contratar en otros cayos cercanos, optamos por desplazarnos a Las Salinas de Brito, en la vertiente caribeña, donde el pasado septiembre estuvimos un día pescando, pero sin las mejores condiciones, pues el día estuvo muy nublado y ventoso, dificultando enormemente la localización de bonefish, morador casi en exclusiva de sus manglares.
La Salinas de Brito están en el parque natural de La Ciénaga de Zapata, donde el acceso está controlado, y solo se puede entrar acompañado de guía. El camino hasta el embarcadero, se produce por un camino de tierra , bacheado y lleno de charcos, donde los enormes cangrejos azules, custodian pacientemente los márgenes del mismo, discurriendo entre lagunas y manglares, donde garzas, flamencos y otras aves acuáticas buscan incansablemente pececillos,camarones y otros crustáceos.
Una vez en el embarcadero,el camino hasta las zonas de pesca se realiza en pequeñas embarcaciones empujadas por largos palos, al carecer de motor alguno - parece ser que había un motor de gasolina, que cuando se estropeó, ya no se pudo volver a usar pues no llegaron nunca los recambios.... - y si bien, hace años los bonefish estaban cerca del embarcadero, según se ha ido ejerciendo presión sobre la zona, éstos cada vez están más lejos de éste, por lo que nuestro primer encuentro con los bonefish, no se produciría hasta pasada al menos media hora.
El paraje es es de postal, aguas verdosas, con poco fondo, y rodeadas de manglares por donde miremos. Es un entorno no sólo perfecto para la pesca del bonefish, sino para el avistamiento de aves acuáticas.
Las condiciones de pesca que tuvimos fueron excelentes, aunque con la marea ligeramente alta, que no varía por ciclos como en la parte atlántica, sino más bien por los vientos dominantes, según nos informaron los guías. Este hecho hizo que la pesca fuera más exigente, pues permitía a los bonefish penetrar en los manglares más alejados y de poco fondo, por lo que su localización se hizo laboriosa.
Durante la mañana y primeras horas de la tarde, se localizaron ejemplares de mediano tamaño en pequeños grupos y algunos individuos ya de mayor talla haciendo tailing en zonas fangosas. Una vez que tomaban nuestras moscas, nuestros equipos se ponían a prueba, pues a la velocidad y fortaleza de estos adversarios, hay que añadirle el plus de que en la mayor parte de las ocasiones huirán hacia el manglar, atravesándolo, rodeándolo y volviéndose sobre si mismos para hacer que su recuperación fuera muy laboriosa. Hay que pensar que pescamos con terminales muy finos, pues la presión de pesca es alta, hay poco fondo de aguas claras, yusaremos moscas generalmente pequeñas, circunstancias que permiten ver como los bonefish toman la mosca a poca distancia de la embarcación, pero comprometen a su favor la pelea, que en otras circunstancias sería, seguramente, desigual.
Por la tarde, en cambio, los grupos son mucho mas numerosos, desplazándose por los canales en busca de alimento, creando amplias zonas de aguas nerviosas y grandes grupos haciendo tailling, donde seleccionar el lance a un solo individuo se hace imposible, pues siempre hay alguno de menor talla pero de reacción más rápida, que se adelanta a nuestra elección y toma nuestra mosca con agresividad y mayor decisión que por la mañana. He de confesar, que no es esta manera de pescar los bonefish la que más me atrae, prefiriendo el acecho a los grandes individuos aunque sean menos numerosas las capturas, habiendo optado por bajar de la embarcación y vadear adentrándome en los manglares en busca de estos trofeos.
Uno de nuestros guías, Idelfonso, una persona de gran experiencia con más de 67 años a sus espaldas, de mirada tranquila y que trasmite serenidad y confianza, ante nuestro entusiasmo por las numerosas capturas y la cantidad de bonefish avistados, nos comentó con melancolía, que ahora hay muchos menos que hace tan solo cinco años, y que no hace más de diez o quince años, la población de permits era casi equivalente a la de bonefish, pero que en la actualidad no se veía ninguno desde hace ya algunos años. Una verdadera lástima, seguramente ya irrecuperable.
Otros moradores de estas aguas son las barracudas, picúas para los isleños, pequeños tiburones y algún snook de pequeña talla. El encuentro con estas otras especies es frecuente, de manera que se puede llevar armada una segunda linea para estas especies.
No es este destino para grades capturas, pero sólo el entorno, su belleza, y la tranquilidad y serenidad que se percibe en cada uno de sus rincones, hace que merezca la pena disfrutar de un par de días de pesca si nuestro viaje a Cuba nos lo permite, no defraudará a nadie.