Sentarse a escribir
Muchas veces me he preguntado si uno tiene derecho a escribir una nota acerca de un lugar donde sólo ha estado una vez, dando consejos como si fuera un entendido. Y mucho más en este caso, ya que pescar con mosca en agua salada (Caribe) difiere bastante de la clásica pesca que solemos hacer con las truchas en la Patagonia o en el norte con nuestros dorados.
Para enseñarle a los demás los secretos de una zona uno debería haber pescado muchas veces allí y así haber podido experimentar todas las modalidades de pesca, sus moscas, técnicas, equipos y los distintos tipos de aguas a la que debió enfrentarse y así poder volcar un bagaje de datos fehacientes acerca de todas las variantes a tener en cuenta para aquellos pescadores que se tienten y decidan conocer el lugar.
Este no es mi caso, ya que pasadas un par de décadas durante las cuales he atado infinidad de moscas de mar para amigos y clientes y he escuchado muchos relatos, recién el año pasado (2012) tuve mi primera oportunidad de pescar durante una semana en las cristalinas aguas del Caribe (hasta ese entonces sólo había podido disfrutar de una excelente pesca de palometas con mosca en las aguas de San Blas, al sur de la provincia de Buenos Aires).
Me sumo entonces a la legión de los inexpertos pescadores de agua salada y paso a relatar lo que ha sido mi segunda experiencia de pesca con mosca en el archipiélago Los Roques, en Venezuela.

El lugar desde el aire
Es difícil describir la sensación que uno siente la primera vez que comienza a ver -pasados unos 30 minutos de vuelo desde Caracas hasta el archipiélago- los arrecifes, cayos, islas y bancos desde el aire.
Asombra la gama de los azules que va cambiando según las profundidades o el tipo de fondo, variando desde aguamarina claro al azul cobalto. Largas barreras de coral protegen al archipiélago del oleaje fuerte formando un microclima de aguas calmas en casi todas las islas del lugar.
Supongo que el que viaja seguido a ese tipo de lugares ya lo ve como parte de la clásica rutina, pero para quienes lo viven por primera vez les aseguro que es excitante e inolvidable.

El aterrizaje
La pista de aterrizaje es tan corta que las ruedas pisan suelo a pocos metros del mar. De hecho está prohibido circular por la playa en la cabecera de la pista que está a menos de 20 metros del agua para evitar así algún accidente. Impresiona un poco cuando uno está bajando ya que lo normal es que uno aterrice sobre una longitud de pista muy holgada, pero aquí el terreno es tan limitado que está solo disponible para aviones y avionetas pequeñas.
La primera vez, por desconocimiento, esa limitación pasa desapercibida. La segunda, sabiendo cómo es la cosa, a uno se le frunce un poco… el ceño.


Parque Nacional – El pueblo
La isla “Gran Roque” es la única con alturas rocosas que tiene acantilados del lado del mar abierto, del lado interior tiene playas y una planicie donde se ubica el pueblo. Todos los demás afloramientos son coralinos y están a nivel del agua o casi en superficie y pueden ser cambiantes. De hecho, pregunté para ir a una islita donde habíamos pescado muy bien el año anterior y el guía me comentó que había desaparecido por los efectos de una tormenta.
Por ser parque nacional todas las construcciones del lugar pueden remodelarse para mejoras, pero no se permite ampliación alguna ni la construcción de nuevas edificaciones. Esto es muy razonable ya que la riqueza de fauna y flora de Los Roques es enorme y así se salva de los “mega complejos turísticos” que se disputarían entre cada isla para la instalación de sus hoteles, con la consiguiente contaminación y empobrecimiento de sus aguas.
No existe el asfalto ni vehículos a motor, salvo el camión de recolección de residuos y hay muy pocas bicicletas ya que el pueblo es tan pequeño que en pocos minutos uno lo puede recorrer a pie.Tampoco hacen falta policías pues uno puede caminar tranquilo por donde quiera.
Comparado con nuestras ciudades es tal vez demasiado simple… pero es un paraíso que vale la pena conocer.

El lanzamiento
Hace un par de años le pregunté a un amigo que había estado pescando en Cuba cómo le había ido, ante lo cual él me contestó: “Me sentí como un novato, Mario.” Cuando le pregunté el porqué, me respondió: “Era como si no supiese castear.”
Me extrañó, ya que él practica casi todos los fines de semana, lanza muy bien y ya había pescado varias veces en el mar.
“Todos los peces nadan a una velocidad a la que no estamos acostumbrados y si uno hace un falso cast demás, la oportunidad ya pasó, y no regresan.” me explicaba.
Lo que sucede es que los peces allí están en constante movimiento y si bien hay lugares claves, dependiendo del tipo de alimento que requieren, como no hay correntada tampoco hay apostaderos donde se ubiquen a esperar que algo les llegue, como hacen las truchas o los dorados.
Lanzar bien es imprescindible, no sólo en distancia sino también en precisión. No significa eso que si usted no es buen caster no pesque, pues verá muchos peces y siempre sacará alguno, pero perderá muchas oportunidades si no logra cubrir la distancia o no coloca su mosca el lugar correcto.Es conveniente tomar algunas lecciones y practicar mucho antes de viajar.

Las líneas
Actualmente las líneas más usadas son las denominadas “Saltwater” o “Tropicales” ya que su cobertura es más dura que las comunes, se aflojan un poco en estos climas calurosos y realmente funcionan muy bien.
De todos modos, si en sus cálculos de gastos se le van un poco de las manos, recuerde que famosísimos pescadores que “inventaron” este tipo de pesca en estos ambientes lo hicieron con líneas convencionales. Se ponen un poco babosas pero igual se puede pescar con ellas.
Y si las obtiene tenga en cuenta que no es plata perdida, ya que las líneas “Saltwater” se adaptan muy bien para la pesca de nuestros dorados en el norte, donde el calor suele ser muy intenso, sobre todo en pleno verano; pero sí olvídese de usarlas en nuestra Patagonia, ya que en aguas o clima frío se ponen tan duras como un resorte de alambre.

La pesca
Lo fantástico de Los Roques es que uno puede elegir entre muchas opciones:
Pescar Bonefish en las manchas.
Pescar bonefish en los bajos (flats).
Ir a las lagunas a buscar baby tarpon.
Buscar snooks en los bordes de los manglares o en las playas revueltas con agua más turbia donde suelen sacarse también buenos pargos.
Pescar agujas.
Aprovechar las pajaradas en busca de jacks o bonitos.
Pescar barracudas dentro de las lagunas o al borde de los manglares.
Intentar la pesca de tarpones gigantes en el canal principal en las cercanías del Gran Roque, aunque por lo general a estos se los saca con carnada y pueden llegar a ser descomunales.
También intentar pescar mar adentro (wahoos, king mackerels, etc.), pero con mosca en aguas tan agitadas debe ser casi imposible. Es más para trolling o spinning, pero la opción existe también.

El bonefish
Es el pez más promocionado y protegido en Los Roques.
Realmente hay muchísimos y se los puede encontrar en distintos ambientes. A saber:
Manchas: Se trata de centenares o miles de bonefishs revolviendo el fondo en busca de alimento. Al tratarse de arena con mucho coral molido se forma entonces una mancha blanca que es fácilmente detectable a centenares de metros de distancia. Como si allí se hubieran derramado millones de litros de leche.
Usar una línea wet tip es lo ideal para que la mosca baje rápido, o para tener similares resultados usar moscas bien lastradas, ya que suelen estar en tres o cuatro metros de profundidad promedio.
No es la pesca más divertida pero para quienes van por primera vez es la posibilidad de conectarse con varios de estos peces en menos de una hora (luego de unas cuantas fotografías uno termina aburriéndose y decide ir a buscarlos en los bajos).

Los Bajos (flats): Es la pesca más divertida ya que es “a pescado visto”.
Esto de “a pescado visto” es relativo. Por lo general, el guía es quien los ve mucho antes que nosotros y nos avisa dónde debemos lanzar. Por más que nos avise, muchas veces no lo vemos, y cuando comenzamos a detectarlos por lo general es el momento de volver a casa. Es por esto que casi siempre solemos espantarlos con mucha “precisión”.
Y ni hablar de si hay viento, se nubla y el fondo tiene corales. En ese caso hasta al guía se le complica.Salvo que uno tenga unos excelentes anteojos polarizados, los haya limpiado muy bien de las salpicaduras (manchas de sal que opacan las lentes) y tenga una vista de lince, sólo los verán cuando los tengan a pocos metros y con más línea de la necesaria fuera de la caña (jejejeje). Y ahí lo quisiera ver, intentando lanzar a no más de seis metros para interponer la mosca en la trayectoria del pez. Entre que recoge un poco y luego la caña no se carga por falta de peso, ya el “pescau” estará alertado, fuera de vista o de tiro. No es sencillo, pero cada espantada o rechazo a nuestra mosca nos deja re calientes y nos incentiva a insistir. Es fantástico.
Donde realmente se los puede ver bien es cuando están acardumados en aguas muy bajas asomando las aletas caudales (tailing) o en las playas o bajos limpios de corales. Como el fondo es de arena clara, cualquier cosa que se mueva es detectable.

La barracuda
Tremendo pez.
Nunca comprendí por qué muchos no lo tienen en cuenta, ya que con solo ver su silueta y su boca armada con poderosos dientes uno intuye que tanto su pique como su pelea deben ser emocionantes.El mayor inconveniente es que uno debe recoger a mil por hora ya que si la mosca va lenta ni se mueven.
El año pasado sacamos varias pequeñas, a pescado visto y en aguas bajas. Como esta vez no veíamos muchas y las que estaban a la vista no picaban, decidimos hacer “trosca”. No, no es un estilo ruso de pesca; simplemente se trata de “trolling con mosca”.
Siempre detesté el trolling, ya que me siento como un mero “posacañas” y eso me aburre mucho, pues siento que no hago nada ni veo nada, pero en este caso usábamos línea de flote y unos poppers invertidos (con la parte ahusada delante) de casi 20cm de largo que había armado en casa. Difíciles de lanzar con una caña menor a #10 por su volumen y peso.
Los guías dicen que las grandes barracudas ni se mueven si se les pasa un artificial pequeño, pero si es grande y se lo trae a gran velocidad suelen tentarse.
Tan brutazo es este pez que en una oportunidad uno de mis compañeros clavó una de unos 90cm con una mosca muy larga y en plena pelea hubo una explosión. Él creyó que se le había desprendido, pero en realidad sólo trajo la cabeza, ya que todo el cuerpo se lo había llevado otra barracuda mas grande. 
Patinar un popper que se desliza por la superficie a unos 20 metros de la embarcación y ver cómo una barracuda vuela por el aire a más de un metro de altura o se ensaña atacándolo, más de una vez en ocasiones, es impresionante. Pude sacar una que se le tiró al popper al menos cuatro veces (según el guía, seis). Midió 1,35 metros. La medimos acostando una caña a lo largo de su cuerpo y daba justo dos tramos de una caña de 9 pies. Ni idea de cuánto pesaba pero era un pescadazo que costaba sostener a pesar de que estaba flacucha. Dio un solo y sorprendente salto de al menos tres metros en largo, cayendo de plano sobre el agua haciendo que el Billy Pate “emitiera sonido”, y me llevó cerca de media hora sacarla a pasar de que estaba usando una caña #10. Realmente excitante.
Y usted dirá que esto no es pesca con mosca. Y tal vez tenga razón, pero recuerde también que a los marlins, peces vela y rooster fish se los atrae cerca de la embarcación o de la costa con artificiales para que queden a tiro de mosca, y que para muchas pescas de atunes menores, doradas de mar (dolphin) y otros peces muchas veces usan “chum” (pescado triturado con una picadora) para hacerlos subir, y cuando rodean la embarcación se comienza a lanzar la mosca. O cuando uno simplemente baja la mosca seca en una barranca donde hay alguna trucha a la cual no se le puede presentar de otra forma. O cuando uno saca mucha línea para que la mosca llegue donde queremos aprovechando la correntada en lugares donde es imposible lanzar. Etcétera, etcétera, etcétera.

El tarpon
Se los pesca en lagunas internas de algunas islas y, por lo general, son pequeños (baby tarpon); de entre un kilo a cuatro aproximadamente.
De mayor tamaño se los suele encontrar entre las raíces de los mangles al borde de las costas algo más profundas de algunas islas.
En esta oportunidad, además de las consabidas moscas, hemos intentado y tenido unos cuantos piques con poppers de mediano tamaño, como los que usamos aquí para tararira pero con el anzuelo más reforzado.
Realmente acrobáticos, vuelan por el aire cuando se los puede afirmar, aunque no es sencillo clavarlos dada la dureza de su boca, por lo cual la mayoría de los piques suelen ser fallidos.
Lo bello de esta pesca es cuando están muy activos y se los ve sacando la cabeza, lomo o cola.
Y uno al principio se entusiasma lanzando hacia el lugar donde se asomó, hasta que se da cuenta de que cuando cae la mosca el pez ya estará a varios metros del lugar, por lo cual hay que anticiparse a la trayectoria y lanzarle la mosca algunos metros delante. Claro que esto tampoco es seguro ya que los peces no siempre nadan en línea recta.
A veces hay mucha “carnada” (peces menores) en estas lagunas y el espectáculo es maravilloso por la cantidad de pelícanos y otras aves que se zambullen constantemente cerca nuestro (hay que tener cuidado hacia dónde lanzamos, pues es muy posible que enrosquemos alguno con nuestras líneas y moscas). Lo más lindo de esta situación es que se puede detectar el recorrido de los tarpones por la cantidad de pececitos que van saltando espantados fuera del agua precediéndolos.

Las agujas
De silueta muy estilizada, parece un dibujito animado por su delgado cuerpo, enormes ojos y larguísimo hocico repleto de dientes, lo que denota que es un voraz cazador.
Me encanta la pesca de las agujas, pues es muy visual ya que suele estar siempre muy cerca de la superficie. Lo normal es que, ni bien cae la mosca al agua, dos o tres se abalancen sobre ella, a veces cubriendo distancias de varios metros para tomarla. Son muy veloces.
Se las ve por todas partes. A veces por centenares en algunas puntas de las islas, pero mayormente van en pequeños grupos o solitarios.
Difíciles de afirmar, ya que su hocico es muy huesudo; de cada diez piques tal vez podamos con suerte sacar uno o dos.
Muy entretenida fue una hora de pesca de agujas “a pescado visto” con el motor en marcha a baja velocidad. A veces las veíamos a 15 metros de la embarcación y otras veces a tres o cuatro; y si el pescador de proa se equivocaba, el de popa tenía otra oportunidad con el mismo pez. En ese recorrido me picó una realmente grande pero tomó la mosca saltando, entera, fuera del agua y hacia la embarcación, por lo cual quedó todo flojo y ni la sentí. ¡SNIF!
A pesar de su delicada apariencia, suelen hacer fuertes corridas y dar saltos acrobáticos. Lo ideal sería pescarlas con un equipo #6 para disfrutarlas más.

Las pajaradas
Aquí usted tiene dos opciones: pedirle al guía que busque pajaradas, o arrimarse a ellas si aparece alguna cuando navegamos de isla a isla.
Creo que no hay pescador que pueda resistirse a estar cerca de semejante espectáculo. Decenas o centenas de aves marinas de distintos tipos manteniendo su vuelo al ras del agua intentando comer pequeños peces que los grandes obligan a subir para poder cazarlos mejor. Es impresionante.
Y si además el fondo es claro usted puede ver el cardumen de peces mayores con mucha claridad. En aguas profundas no es lo mismo ya que sólo podrá ver las explosiones de los depredadores a flor de agua.
Lo común es encontrar bonitos o algunas variedades de jacks en las pajaradas y las oportunidades de lanzar nuestras moscas al arrimarnos son contadas con los dedos de una mano. Todo es muy veloz y nuestra mosca también tiene que moverse velozmente. Si la embarcación por causa del viento va hacia el cardumen, la mosca -por más que recuperemos línea rápidamente- quedará quieta y no pasará nada. Y mientras usted se queda meditando en que fue lo que hizo mal, ya la pajarada estará a, al menos, 150 metros de distancia. A perseguirla nuevamente. Y luego dos o tres veces más hasta que los peces quedan muy alertados y ya no se los ve más. Con suerte, entre dos pescadores durante estas persecuciones podrá sacar cinco o seis pescados, y a veces alguna gaviota. Vale la pena acercarse aunque decida no pescar, todo es muy efervescente y una fiesta para los ojos.

Las moscas
Podríamos llenar páginas con modelos, tamaños, pesos y colores, pero intentaré sintetizar describiendo lo que a mi parecer cualquiera precisa para enfrentar una semana de pesca:
Bonefish:
60 moscas clásicas (en # 6 y 8). Si bien parecen muchas hay que pensar que algunas van sin lastrar ya que nos servirán para pescar en lugares con fondo de vegetación donde una mosca con peso se traba todo el tiempo. También habría que considerar algunas con anti enganche (weedless).
12 Gummy Minnows (en # 6 y 8).

Tarpon:
6 Gummy Minnow #2 y 1/0.
12 moscas clásicas #2 y 1/0.
4 poppers # 2/0.

Barracuda:
6 moscas grades imitando pequeñas agujas o streamers largos.
4 poppers grandes.

Agujas, jacks, bonitos, barracudas pequeñas y otros peces:
Se utilizan las mismas que usamos para bonefish.

Cuidados del equipo
El agua salada es muy agresiva con los metales. Conviene pedirle a la posada donde usted se aloja que tenga preparado un balde con agua dulce donde se puedan sumergir los reels por un buen rato para eliminar la sal después de cada jornada. Más allá de esta medida preventiva, ni bien regrese a su casa es recomendable volver a sumergir el reel, limpiarlo y engrasarlo.
La línea y el backing también debe sacarse, dejarlos en remojo, hacer al menos dos o tres cambios de agua y luego esperar a que se sequen antes de volverlos a cargar.
Es conveniente también lavar las moscas y las respectivas cajas para eliminar la posibilidad de óxido que estropearía los anzuelos y mancharía las cajas. Si no se elimina toda la sal de las cajas las moscas que se guardarán en ellas, podrían seguir oxidándose.

Lo que nos perdemos por pescar
Sacar más y mejores fotografías
En tanto frenesí de pesca solemos hacer tomas de las presas desde todos sus ángulos. Estamos a mil y nos perdemos de sacar fotografías de la flora y la fauna de las islas, los preciosos paisajes y sus cielos, las texturas de los corales muertos amontonados en algunas playas y muchísimas cosas más.

Hacer snorkeling
Por primera vez en mi vida me puse un snorkel que generosamente me prestara Fernando Galal antes de viajar, y quedé fascinado. Para mí, que he sido un ferviente admirador de Jaques Yves Cousteau, recién pude vivenciar lo que se siente al recorrer una ínfima muestra de corales de unos pocos metros cuadrados. Es maravilloso que en una muestra tan pequeña haya tanta variedad de peces y otros tipos de organismos.
Pargos, barracudas, gobios, peces mariposa y ángel se presentan ante nuestros ojos sin siquiera espantarse como si fuéramos uno más de ellos. Vale la pena olvidarse un poco de la caña y tener esa experiencia. Y de ser posible, con una cámara o una filmadora sumergible.

Recorrer la isla Gran Roque
Desayuno, juntar el equipo de pesca, lancha y salir a pescar.Esta rutina es la de todos los días y siendo la segunda visita a Los Roques me doy cuenta de que, si bien la isla es pequeña, prácticamente no la conozco. Sería muy bueno alguna vez tomarse el día para recorrerla un poco.
Conversar con la gente de la isla e interiorizarnos más sobre sus hábitos y cultura, tomar solcito, descansar un poco, etc.
Pero somos pescadores, la salida no es económica y siempre regresamos tan ignorantes como fuimos ya que en una semana no se puede hacer todo.
Un consejo: trate de ir por dos semanas (jejeje).

Gracias a Jesús Salgueiro, Andrés Requejo y Ardilla Zapia por la generosidad y compañía.Y gracias a Fly dreamers por confiar en mí.