De regreso de mi segundo viaje a Los Roques, mientras aun siento la sensación de movimiento del bote, aprovecho y escribo para contarles mi experiencia.
Este viaje se gestó entre amigos del CPM, agrupación a la que pertenezco, fundamentalmente para disfrutar y realizar el "bautismo de sal" a varios miembros. Así el programa se armó inicialmente con la idea de ser una introducción a la pesca Saltwater y el bichito fue contagiando poco a poco, hasta lograr conformar un grupo de 8.
Mis expectativas, además de ayudar al grupo, se centraron exclusivamente en perseguir permits y tarpons, dejando de lado la clásica pesca de bonefish y variada.Por referencias de amigos, sabía que en Los Roques se veía permit (y grande), pero siempre era elusivo a la captura; casi como un fantasma. Una especie que prácticamente ni se apuntaba por lo difícil que era allí. El tarpon, por el contrario, es mucho más frecuente y pude verlo antes, de buen tamaño sobre el puerto y más pequeños en las lagunas.
Las cosas se fueron alineando cuando supe que Carlos Cortez tenía ese destino en su agenda, para hacer un scouting de permit, coincidiendo unos días con nuestro viaje. Por alguna razón del destino el guía con quien estábamos planificando el viaje no nos pudo dar respuesta y terminamos resolviendo con Javier Valerio, quien también guió a Carlos.
Al ponerme en contacto, Javier me transfirió toda su confianza en que íbamos a poder dar con las palometas y tener chances de tiro. El resto dependía de nosotros. Ante mis preguntas, recomendó algún patrón específico de camarón para atar y así lo hicimos. Aquí nació la "rab-dub", que aparece en las fotos, simplificación de la "mamacha mantis" que tanto me gusta atar.
El archipiélago nos recibió con vientos estables de 40 km/h y ráfagas de más de 55, bastante más de lo que había visto allí en mi viaje anterior. Charlé con Carlos un rato, antes de que él tomara su vuelo de regreso y me contó su experiencia del día: 2 permits! Nosotros saldríamos al día siguiente, con la confianza en aumento.
En el primer día en el agua Javier nos puso, a mi compañero y a mí, frente a no menos de una docena de palometas. Quedó claro que había muchas, pero también que estaba muy flojo en la precisión con viento, y me llevó un buen rato tomarle la mano. El primer grupo me dio más de diez tiros sin espantarse a pesar de mis malos lanzamientos, con cambio de mosca en el medio. Una cosa de locos. Luego tuve otras oportunidades, con varias seguidas y clavadas erradas, sin poder pinchar. Un día de mucho aprendizaje.
El segundo día vimos menos cantidad, incluso más asustadizas, pero aún así volvimos a tener algunas chances de tiro a singles muy grandes!
El tercer día salió de la galera, porque íbamos a vadear con el grupo de amigos y dejar el ultimo día con Javier para después, pero decidimos redoblar la apuesta y fuimos nuevamente a la cacería. Esta vez, siempre con el viento presente, Javier encontró un bajo que caminamos extensamente hasta dar con algunos grupos de pequeñas. Mi compañero no pudo concretar los tiros al primer grupo. Continuamos caminando y vimos un segundo grupo que pasó rápido, sin oportunidad de tiro y poco más adelante luego del mediodía un tercer grupo; el primer tiro no les llamó la atención, pero en el segundo dos palometas salieron enloquecidas detrás del camarón, compitiendo por tomarlo. Strip largo y perseguían endemoniadas la rab-dub crema; pausa, nada. En la cuarta secuencia "strip-pausa" una de ellas tomó decidida y a correr! Yo no lo podía creer!!! Por supuesto, en ese momento se me cruzaron las preguntas: hice bien el nudo lider-tippet? hice bien el nudo a la mosca? está bien regulado el freno? y muchas más que ya no recuerdo! Ya había perdido una palometa, años antes, al cortar el tippet durante la corrida inicial y no quería que me ocurriera lo mismo. Por suerte, todo estaba en orden; el equipo ayudó y el pez también! Luego de una pelea corta (pez pequeño, líder + tippet de 20 lbs y pocos corales) pudimos arrimarla y levantarla. Cuanta alegría y emoción! Para mí el viaje ya estaba hecho en ese momento...
El resto de ese día y el siguiente con Javier dejé el tiempo a mi compañero, para que él buscara su palometa. No tuvo suerte, a pesar de habernos cruzado con no menos de unos 20 permits y haber tenido algunas chances concretas, con seguidas violentas pero sin poder concretar. Confieso que tenía ganas de hacer todos sus tiros porque me sentía con la confianza a full, pero bueno, para eso están los amigos!
En lo personal regreso muy contento por haber podido hacer experiencia en la búsqueda exclusiva del permit y haber sido recompensado. Sin dudas es una práctica que exige sacrificio, porque más allá de algunas cuestiones técnicas específicas, te obliga a enfocarte totalmente en eso y a resistir la tentación y dejar de lado cualquier otro pez que pase delante tuyo (cosa más que habitual), con tal de estar listo para el momento en que se presenta la oportunidad.
Tuvimos la suerte de contar con un guía que nos puso delante de muchísimas palometas y nos posicionó para hacer innumerables tiros, aún con el fuerte viento que nos tocó toda la semana. El resultado final fue una sola palometa cobrada, de las tantas que vimos, pero creo que es sólo el comienzo del viaje en la búsqueda de esta especie.
Me vuelvo con más ganas que antes; pensando en lo que debo mejorar para la próxima para maximizar mis chances.
Ya estamos programando el regreso, cuando la marea esté más alta y las condiciones sean óptimas para buscarlas.
Ah...del tarpon, bien gracias! Les dedicamos no más de una hora por día para buscarlos, pero solo los vimos en el puerto, cada tanto pinchados por pescadores con carnada. Igual no los extrañé!
Detalle importante: si bien el avistaje a veces se hace desde la lancha, lo habitual es bajarse a perseguirlos y vadear con agua entre el muslo y la cintura. Este ángulo reducido dificulta los lanzamientos y reduce la visibilidad. Adicionalmente, luego de estar caminando durante más de una hora en este escenario se siente el cansancio, así que a ponerse en forma!