En el paraíso de los lémures y camaleones encontramos peces de mar que en muchos casos superaron nuestros mejores equipos y fuerza.

Cuando uno piensa en Madagascar las imágenes son de animales extraños e interminables playas de arenas blancas con palmeras que se inclinan hacia la orilla como queriendo tocar el mar.

Uno piensa en lémures de ojos saltones y colas rayadas o camaleones de lenguas viscosas y colores imposibles. En un mundo que evolucionó aislado de todo por millones de años y lo hizo de un modo totalmente diferente.

Madagascar es todo eso como pudimos comprobar desde el primer paso en la isla pero al pescador además le abre posibilidades únicas en un mar que tiene especies que hacen que un equipo 12 parezca ultraliviano y en muchos casos totalmente inadecuado.

En la costa norte de la gran isla de Madagascar hay muchas islas menores donde abundan los arrecifes de coral, las playas, canales y agua azul prácticamente a nuestros pies.

Grandes predadores como trevallies gigantes más conocidos como GT´s , de potencia incalculable, trevallies de aletas azules de rara belleza, atunes diente de perro, dogtooth, casi imposibles para la caña de mosca y la mayoría de los reels, barracudas que no se pesan sino se miden en metros, y centenares de otros cazadores, patrullan cerca de las orillas, arrecifes y caídas a la profundidad tratando de acorralar bancos de peces menores.

Nada puede prepararnos para la fuerza de esos peces que toman poppers y grandes streamers de forma brutal y luego arrancan para el agua honda poniendo a prueba cada parte del equipo.

El backing de 50 libras, las líneas y todo se corta como un hilo de coser, no es un lugar para ir con poco equipo porque les aseguro que nada dura mucho en esas aguas.

Llegamos a Antananarivo la capital de Madagascar luego de pasar unos días en las costas africanas donde el sol y la buena vida nos llenaron de buenas ondas para enfrentar un tipo de pesca y peces sobre los cuales no teníamos mucha experiencia.
Pescaríamos lugares totalmente remotos y aislados donde literalmente seríamos nuestros propios guías. Un viaje exploratorio para desarrollar nuevos destinos de pesca acompañados solamente por un par de habitantes del lugar que trabajan en una propiedad de un amigo, fanático de la pesca de mar y los lugares únicos que ofrece el océano Indico.

De Antananarivo volamos en avioneta con rumbo norte sobre una extensa selva que parecía cubrir todo. Luego nos enteramos que la selva original de Madagascar ha sido talada y quemada casi en su totalidad y recién ahora con un turismo en aumento se ha empezado a conservar y restaurar los sitios salvajes.

La vida salvaje de Madagascar es única. Nada se le perece en otra parte del mundo y leyendo un poco averiguamos que esto tiene sentido porque la isla de Madagascar, la cuarta en tamaño del mundo, se separó de la India hace unos 90 millones de años.
Todo se desarrollo en completo aislamiento como los simpáticos lémures que aparecen en buen número donde cuidan los bosques. Camaleones y geckos hay por todos lados y ayudan un poco con la gran cantidad de bichos que hay en algunas islas.
El océano Indico baña las costas de la isla por el este y el mismo océano forma el canal de Mozambique por el oeste. Nuestra idea era pescar toda la punta norte de la isla y varias islas menores cercanas para lo cuál nuestro amigo había conseguido alojamientos y embarcaciones adecuadas para un mar que la mayoría de los días se mostró bastante áspero.

Hacia el este de Madagascar descansan las Seychelles, a unos 1800 kilómetros, no muy lejos si miramos un mapa y tampoco para los peces marinos.

Las especies que hay en Madagascar son casi las mismas que hay en Seychelles, hay menos bonefish donde estuvimos o por lo menos nosotros no nos dedicamos a ellos teniendo monstruos reales a tiro de mosca.

El secreto es caminar las playas, cabezas de arrecife, veriles y otras estructuras con la marea justa. Los cardúmenes de peces chicos forman enormes bolas que se aprietan contra la costa, los peces cazadores patrullan cerca.

De pronto media docena de siluetas negras aparecen a velocidad imposible, la bola de peces explota como un geyser de agua evaporada. Todo termina en cinco segundos.
Si logramos poner una mosca en el agua lo que sigue es un reel que suena como la sirena de un pozo petrolero a punto de volar.

Si el reel no es bueno literalmente se quema mientras el backing desaparece en el agua azul.

Un GT grande es imparable aún con un equipo 12, no sé que pasará con uno 14 pero no teníamos tan grandes. Teníamos varios 12 nuestros y prestados.
Me acuerdo que una noche lo llame al viejo y la charla fue mas o menos así

Que hacés viejo, llegamos bien, esto es un paraíso

Que bueno, pudieron pescar

Estoy deprimido

Contame

Hoy clavé 7 GT´s monstruo y me cortaron los 7. Te llevan la línea y el backing hasta que te cortan en el coral. Perdimos un par de líneas. Es terrible.

Estás en el horno, no te puedo mandar nada

Todavía nos queda bastante equipo, no te preocupes

Por suerte entre corte y corte de bestias sacábamos a los dominables que eran espectaculares.
Nada más lindo que un Trevally de aletas azules, el azul por momentos es como una luz de neón, brilla con fuerza aún a pleno sol de medio día.

Cuando nos cansábamos de pescar un par de patas de rana, una máscara y el snorquel nos sumergían en el mundo del arrecife. La vida allí se manifiesta de un modo increíble, los corales, las anémonas, los erizos y estrellas de mar aparecen en cantidades incontables lo mismo que peces de todos los colores posibles.

Para un amante de los acuarios de agua salada los arrecifes de coral de Madagascar pueden subirle el ritmo cardíaco al límite, sobre todo pensando que no se puede llevar ni un pescadito. 
Cuando no estábamos pescando nos mezclábamos con la gente del lugar. Después de unos días habíamos adquirido un buen tostado y hablando un poco de francés podíamos disfrutar de la mezcla de bares, restaurantes y entretenimientos nocturnos de los poblados, algunos bastante wild, debo confesar.

No teníamos día de regreso a Buenos Aires y la idea era pasar al menos un mes explorando.
De Abril a Noviembre los vientos no son terribles pero tuvimos pocos días sin viento.
En Diciembre llegan los Monzones y con ellos lluvias torrenciales que se miden en metros en vez de milímetros. En esos momentos todo desaparece bajo una cortina interminable de agua y no hay nada que hacer, por lo menos con una caña en la mano.

La comida en la isla es un blend de muchas cocinas. Con influencia especialmente de la cocina francesa. Abunda la fruta tropical y los vegetales, sumados a un pescado de calidad excepcional. Socializar con los lugareños tiene sus ventajas, una fue disfrutar de sus comidas típicas, preparadas en sus propias casas de la manera mas tradicional.
Los restaurantes son buenos pero sus recetas no son tan genuinas, además mezclarnos con la gente del lugar era fundamental para que nos contaran sobre buenos lugares de pesca. Si bien los locales están muy lejos de pescar con mosca y lo suyo son arpones, espineles y redes el conocimiento que tienen de islas y arrecifes es total.
Nos quedamos sin probar un bife de cebra esta vez pero no se puede todo.

Debo decir que no tuvimos problemas ni con la comida ni con el agua. Nos cuidamos un poco y disfrutamos sin remordimientos de los manjares que el Indico puede ofrecer.
Al pescar muchos sitios diferentes encontramos que los peces grandes pueden estar muy concentrados en algunos sitios y con la misma marea o altura de agua zonas similares aparecían completamente vacías.

Cuando llegábamos en el momento justo los pique se sucedían uno tras otro, GT´s, otros trevallies, King mackerel, enormes barracudas y otros pómpanos aparecen y desaparecen como relámpagos.

Nunca me voy a olvidar de una barracuda gigante que saqué en un lugar de pelicula. Cuando la devolví me di cuenta que podía ser un récord, pero la verdad, los récords nunca me han importado nada.

La cosa es estar ahí, pescando en el lugar más increíble y al final pinchar un alfilercito más en el mapa del mundo que va indicando los sitios visitados y los que trataré de pescar en el futuro.

Pescando cerca del agua azul hay momentos en que la superficie hierve y uno no sabe que causa el frenesí de peces y pájaros. Una mosca al medio y pronto tendremos algo en la punta. Si es un GT grande o un Dogtooth tuna tendremos una hermosa corrida hasta el final del backing, una caña rota o una línea perdida.

Un GT grande puede alcanzar los 60 kilos y más de un metro y medio de largo, los que los pescan en agua honda usan equipos de spinning ultra pesado, cañas literalmente irrompibles y multifilamento de 120 libras y aún así cortan todo muchas veces.

Los Dogtooth tunas son todavía más fuertes que los GT´s y vimos reels de mosca levantar temperatura suficiente para fundir los rodamientos y clavar el reel.
Nuestros Abel por suerte aguantaron todos, me saco la gorra por este reel que es realmente a prueba de bombas.

No se a ciencia cierta los kilómetros de playas, arrecifes y veriles que caminamos. Tampoco la cantidad de islas diferentes que pescamos pero puedo decir que retornamos alegremente cansados, tostados como bosquimanos y con la piel de las manos gastada.

Parte de nuestro equipo murió en las costas del Indico.

Pescamos mucho y sacamos de todo. Muchos monstruos se llevaron todo pero lo que pudimos sacar fue tremendo. Ya encargamos equipos 14 para la temporada que viene, backing de 80 libras, fluorocarbons de 100 libras y anzuelos que no se abran con esas bocas de piedra.

Costó volver al pavimento y los zapatos tras un mes de playas, palmeras arrecifes de coral y buena vida pero para disfrutar eso hay que volver de vez en cuando al mundo real, o tal vez lo real es eso y lo otro una ilusión.
Espero algún día encontrar la respuesta.